INQUIETUDES DE LOS PADRES
Los hogares se han convertido en espacios multifuncionales debido, en parte, al impacto de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías en la familia. El contexto familiar se ha reestructurado para ser utilizado como espacio para el estudio, y lugar único para fomentar el aprendizaje a lo largo de toda la vida. El uso de Internet y de medios de comunicación interactivos como la televisión digital han fomentado el desarrollo de experiencias de aprendizaje informal, tanto en los adultos de la unidad familiar, como principalmente en los niños. Asimismo, el hogar se ha configurado como un espacio en el que se amplían las opciones de ocio familiar, y por tanto, en el que se mejora la planificación del tiempo libre en familia. Estas tecnologías, también han permitido acercar el entorno social inmediato o lejano al salón de casa, al dormitorio, con herramientas que permiten la comunicación en un espacio virtual con otras personas, conocidas o desconocidas en el entorno presencial en el que interactuamos a diario.
A estas manifestaciones de la remodelación que están sufriendo los hogares, se unen otras como el desarrollo de un nuevo estilo de vida más hogareño "cocooning", aunque no necesariamente más familiar; cambios en la organización espacial en función de la ubicación de las TIC, del ordenador y los televisores; cambios en las relaciones padres e hijos, aumentando el desfase generacional existente entre ellos y desencadenando nuevos conflictos familiares. Sin embargo, también es cierto, que con el uso de las tecnologías en los hogares las familias disponen de mayores oportunidades para acceder a la información, aunque un debate interesante sería valorar si el simple acceso a la tecnología permite que estemos más informados, o por el contrario, más perdidos en ese océano de información.
De una u otra manera, lo que es cierto es que todos estos cambios han venido acompañados de un aumento de la inseguridad de los padres en el desempeño de la tarea educativa. Estos tienden a pensar que obviando los cambios se consigue alejar a los hijos de los riesgos de la red, o bien que favoreciendo el uso masivo, y generalmente incontrolado y desrregulado de estas tecnologías, se conseguirá, la incorporación plena de los hijos en la sociedad de la información.
Tanto una como otra postura suelen ser el camino fácil y seguro que los padres escogen ante las limitaciones de destrezas informáticas que manifiestan respecto a las de sus hijos. Generalmente, sus necesidades en relación con las nuevas tecnologías son básicas o nulas y su actitud ante las mismas de temor y rechazo en unos casos y de permisividad absoluta en otros. La necesidad de una tecnología, o la benevolencia de ellas la establecen los padres en función de sus conocimientos y destrezas respecto a ésta. Una tecnología será buena si un padre percibe que ésta le servirá de apoyo para gestionar y desarrollar su tarea educativa, y será mala si se la dificulta o provoca una conducta pro-activa en los menores. De esta manera, el móvil será una tecnología buena porque ayuda a los padres a controlar a sus hijos, aunque ello pueda derivar en una incapacidad para gestionar el tiempo y el dinero que gastamos; del mismo modo, la televisión, el vídeo y el dvd, con sus funciones de entretenimiento, se han convertido en la niñeras de los hijos, y por tanto, en medios imprescindibles en nuestra vida cotidiana.
Todo ésto nos hace apuntar a que el principal problema de la plena y responsable incorporación de las nuevas tecnologías en los hogares no es la presencia de las tecnologías, sino la necesidad de que los padres reflexionen sobre su uso y sobre su adecuación a las tareas cotidianas, de ocio y educativa de sus hijos. Para ello, se considera imprescindible que se formen en el uso de las TICs y en los riesgos asociados a ellas, para que, de esta manera, asuman la necesidad de intervenir pedagógicamente en los hogares para fomentar un uso responsable y crítico de los medios.